«Si en la lucha el destino te derriba.
Si todo en tu camino es cuesta arriba.Si tu sonrisa es ansia insatisfecha.
Si hay faena excesiva y mala cosecha.Si a tu caudal se contraponen diques,
date una tregua. ¡Pero no claudiques!»Rudyard Kipling
Las divertidas historias que componen este libro, a modo de fábulas, son las historias que Rudyard Kipling contaba cada noche a su querida hija Josephine. Desde su publicación, generaciones de niños y niñas han disfrutado escuchando y leyendo estas historias, tan ingeniosas como improbables, sobre las cosas que realmente interesan a los pequeños y no tan pequeños de insaciable curiosidad, como por ejemplo por qué el leopardo tiene manchas en la piel, o cómo le salió la trompa al hijo del elefante y al dromedario su joroba…
Rudyard Kipling fue el primer escritor en lengua inglesa a quien se le concedió el premio Nobel, en 1907. Precisamente así, junto con El libro de la selva y Kim, están consideradas tres obras clásicas de la literatura infantil y juvenil.
Rudyard Kipling (Bombay, 1865-Londres, 1936) nació en la India, donde su padre, oficial del ejército británico, estaba destinado. Con seis años fue enviado a Gran Bretaña para cursar sus estudios y regresó a la India en 1882. Allí trabajó como periodista, experiencia que influiría en su estilo literario, directo y muy preciso. Después viajó por África, Asia, América y Europa, para establecerse de nuevo en Gran Bretaña. La obra de Kipling fue reconocida por la crítica y el público contemporáneo, le ofrecieron diversas condecoraciones que siempre rechazó. Sólo aceptó en 1907 el Premio Nobel de Literatura, siendo el primer británico en obtenerlo. Los últimos años de su vida los dedicó a viajar junto a su esposa, intentando apaciguar el dolor de haber sobrevivido a la muerte de dos de sus tres hijos. Su restos reposan en la Abadía de Westminster, honor reservado a los hombres ilustres del Imperio Británico. Su legado: cinco novelas, más de doscientas cincuenta historias cortas y ochocientas páginas de versos. Kipling era un defensor a ultranza del Imperio, de la responsabilidad del hombre blanco de llevar la «cultura y civilización» a los otros pueblos y de los logros de la colonización. Aunque también criticó este mismo sistema que oprimía al individuo en diversas ocasiones. Y, como en este caso, intentó reconciliar a Oriente y Occidente, animales y hombres.