Asaltaban carruajes y atemorizaban a sus pasajeros. Menos a una niña huérfana, que no les tuvo miedo. Un clásico de siempre, sobre la bondad de corazón.
Tomi Ungerer (Estrasburgo, Francia, 1931; Cork, Irlanda , 2019). Sus primeros dibujos, de ambiente bélico, reflejaban su rechazo a la guerra y al fascismo. En 1956 emigró a Nueva York, donde comenzó a escribir libros infantiles que tuvieron mucho éxito. Publicó en medios tan importantes como The New Yorker, Esquire, Life Show o Fortune. Ya en la cumbre de su carrera durante los años 60, Ungerer plasmó en su obra su reacción contra la hipocresía y la superficialidad de la sociedad americana. Se mudó a una granja en Canadá y a finales de los 70 se trasladó a Irlanda con su familia. Su producción, que abarca 40 años de creación, se calcula entre 30.000 y 40.000 trabajos de diferentes estilos, y más de 120 libros. Entre otras distinciones, ha recibido la Medalla de Oro de la Sociedad de Ilustradores y el Premio Hans Christian Andersen en 1998. Además de dibujante, también ha desarrollado otra faceta como filántropo, volcándose en causas humanitarias.